LOS COMPROMISOS DEL MINISTRO

El ministro de Fomento no ha querido que el paso del tiempo cuestione su interés por desbloquear el plan de vías. En una semana en la que el temporal de frío ha concedido poca tregua a su departamento, Íñigo de la Serna visitó Gijón para reunirse con la presidenta de su partido en Asturias, el Ayuntamiento y el Principado. En poco más de dos horas intentó sentar las bases para resucitar un proyecto agonizante por la falta de presupuesto y los desacuerdos políticos. ‘Compromiso’ fue la palabra más repetida por el titular de Fomento en su comparecencia. El suyo, concretado en la voluntad de seguir adelante con el soterramiento, en la decisión de construir la futura estación junto al Museo del Ferrocarril y, sobre todo, en la posibilidad de buscar una fórmula de financiación complementaria a la venta de unos terrenos que hasta el momento nadie ha querido comprar.
El ministro ha anunciado la elaboración de un estudio de mercado, que promete elaborar «con celeridad», pero también con el rigor necesario «para no limitarnos a lanzar al Boletín Oficial la enajenación de las parcelas sin posibilidades de éxito». Su objetivo, ha dicho, es evitar «las patadas hacia adelante» en las que las administraciones incurrían en el pasado, con propuestas inviables que exigían un crédito tras otro «sin que se viera la luz al final del túnel». De la Serna pretende ser «realista» y ha reconocido que las plusvalías del ‘Solarón’ pueden no alcanzar para costear las obras. Pero también ha recordado sus compromisos al resto de administraciones implicadas: «Todos tenemos que colaborar». Dicho más claro, el ministerio no pondrá más dinero si el Gobierno asturiano y el Ayuntamiento no asumen la parte que les corresponde por su participación en la sociedad que gestiona el plan de vías. El titular de Fomento ha apelado a la lógica para mantener en Gijón un proyecto al que ciudades como Valladolid, León o Santander se han visto obligadas a renunciar o modificar. La principal razón es que en ninguna de ellas se habían gastado 137 millones de dinero público en excavar un túnel. Sensatez no se le puede negar. Tampoco la coherencia política de defender la estación intermodal en la ubicación que su antecesora en el cargo, Ana Pastor, pactó con la alcaldesa de Gijón. Poco más se puede exigir a quien apenas lleva dos meses en el cargo y ha reservado a Gijón la deferencia de ser la primera ciudad que visita para abordar sus planes de integración ferroviaria.
Pero aún queda mucho trecho por recorrer para que Gijón deje de tener la estación provisional más duradera de España y un túnel inundado como único resultado del proyecto más ambicioso iniciado en la ciudad durante este siglo. El primer paso será completar la elaboración del prometido estudio, para lo que no se ha fijado fecha. Después, resultará imprescindible el consenso entre las tres administraciones implicadas, algo que no parece sencillo vistos los precedentes y la insistencia del Principado en recuperar el antiguo proyecto. La consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, reivindicó ayer de nuevo la estación diseñada en Moreda durante la etapa de gobierno del PSOE. Su principal argumento es que una diferencia de trescientos metros no garantiza la centralidad, sino que ésta debe llegar a través de la estación de la plaza de Europa, capaz de recuperar para el tren 400.000 viajeros al año. Por añadidura, el Principado considera que existe mucho trabajo aprovechable del realizado para aquella propuesta inicial. Aunque la Administración regional asegura que su voluntad de sacar adelante el plan de vías «es firme», enredarse en el debate de dónde se sitúa la estación, una polémica que incluso llevó a los gijoneses a manifestarse en la calle, poco puede ayudar a agilizar un proyecto del que no se ha movido ni un papel en los últimos diez meses. No ha sido el diseño de las estaciones lo que ha dado al traste con la mayor parte de los planes para suprimir las barreras ferroviarias en las ciudades españolas, sino el empeño por mantener obras sobradas de ambición y carentes de presupuesto. Trece años han pasado desde que comenzó la excavación del túnel del metrotrén. Tiempo de sobra han tenido los partidos para ponerse de acuerdo, pero han dedicado más esfuerzos al cálculo político que al económico. El ministro de Fomento, aunque sin comprometer un euro más, ha dado razones para aferrarse a la esperanza de que algún día los trenes de alta velocidad lleguen a una estación adecuada. Si no la tantas veces prometida, al menos la que los asturianos merecen. Ahora, toca trabajar por ello.