LOS HÉROES DEL ‘GURE UXUA’

La palabra héroe se ha desgastado La palabra héroe se ha desgastado tanto de regalársela cada fin de semana a cualquiera sin más méritos que marcar un gol que ahora resulta pequeña para unos hombres capaces de sobrevolar el mar Cantábrico en helicóptero con vientos de más de cien kilómetros por hora, descolgarse por un cable hasta una balsa a la deriva entre olas de diez metros y salvar doce vidas de una condena a muerte. Eso fue lo que hicieron el viernes los equipos de Salvamento Marítimo que salieron en busca de los tripulantes del pesquero gallego ‘Gure Uxua’, hundido a cincuenta millas de la costa de Navia tras una desesperada travesía en pleno temporal. El Helimer Cantábrico despegó de El Musel a las tres y media de la tarde con un equipo de cuatro personas: José Ramón Cruz, Iván Ortega, Fidel Cantos y Jorge Fernández. Dos horas y media después, regresó a su base con siete pescadores a bordo. Angustiados, la mayoría con una severa hipotermia, todos a salvo.
El éxito de una misión de rescate desarrollada en unas condiciones meteorológicas que el poco impresionable Alejandro Busto, jefe de Salvamento Marítimo de Gijón, calificó de «terroríficas» solo cabe a costa de un valor que devuelve al término heroísmo su verdadero significado, pero al que resulta imprescindible añadir el conocimiento y los medios necesarios. El equipo Helimer Cantábrico inició su labor en Gijón en 1994 con el personal justo y un helicóptero con sistemas de vuelo todavía manuales. En sus primeros diez años de trabajo realizó más de setecientas misiones y rescató a medio millar de personas. La innegociable exigencia de sus responsables es que el helicóptero esté en el aire, con su tripulación dispuesta a jugarse la vida, pocos minutos después de que la torre de control reciba el aviso de una emergencia. Con este fin, el día a día de quienes forman parte de los equipos de rescate se convierte en un constante entrenamiento. Cada grupo de los que se turnan en permanente guardia sobrevuela el Cantábrico más de cuarenta horas al mes. Y con más frecuencia de lo que les gustaría, la mar les examina a vida o muerte. La imagen de los marineros del ‘Gure Uxua’ sonrientes en la seguridad del helicóptero, realizando con sus manos la señal de la victoria, es la mejor respuesta sobre el nivel de cualificación de la plantilla de Salvamento Marítimo de Gijón.
La mejora en la seguridad marítima de Asturias también ha tenido mucho que ver con la actividad del Centro Jovellanos. Concebido para la investigación y formación, las últimas dos décadas casi noventa mil alumnos se han inscrito en sus cursos. De sus pruebas de selección han salido buena parte de quienes ahora participan en misiones de salvamento marítimo en toda España. Los bomberos de Gijón y Oviedo recurren a sus especialistas para realizar simulacros con fuego real. Sin alharacas, Salvamento Marítimo ha situado a Asturias como referencia europea en materia de seguridad. La mejor formación y los medios más avanzados es lo menos que las administraciones deben ofrecer a quienes se atreven a hacer del heroísmo su profesión. Cuando celebramos el éxito de haber salvado doce vidas tiene más sentido recordarlo. Sobre todo, para cuando los frágiles de memoria se empeñen de nuevo en revisarlo todo con criterios que nada tienen de heroicos y ni siquiera de honrosos.