La peor respuesta

La salida del Rey Emérito, una operación forzada y sin hilvanar entre el Gobierno y la Casa Real, ha puesto en evidencia la torpe maquinaria del Estado en el peor momento posible.

Consecuencia del rebaño

En la nueva normalidad, como en la antigua, casi todos los gatos son pardos a partir de medianoche. Así que el Gobierno asturiano ha tenido que prohibir el botellón y amenazar a la hostelería con unas condiciones de apertura más rigurosas. Para muchos jóvenes, el coronavirus no es más que una gripe, mortal solo para los viejos.

Disparar al mensajero

Ni siquiera una pandemia ha terminado con la arraigada costumbre de los políticos de tirotear al mensajero. Una parapeto habitual ante sus propios errores o cuando la realidad, tozuda, contradice sus palabras. La perdigonada al periodista en ese contexto es un recurso habitual

Aprender de los errores

El Gobierno ha creado un fondo de diez mil millones con el que aliviar la situación de empresas estratégicas, un concepto en el que se agrupan aquellas esenciales por lo que producen o imprescindibles por cuánto suponen. La pandemia, que ha demostrado nuestra capacidad de aguante y superado la definición de incertidumbre, ha borrado de un plumazo los principios económicos asumidos por el Estado durante años.

Respeto al personal

Dijo la ministra de Defensa que el Ejército se encontró “en algunas residencias a ancianos muertos en sus camas”. Después de esto no comentó mucho más del asunto y ha dejado a la imaginación la posibilidad de que los fallecidos no hubieran podido ser retirados por el colapso en los servicios que ha provocado el coronavirus o que los encargados de ciertas residencias sean de una calaña inenarrable.