Como si todos sus líderes hubiesen leído al mismo tiempo a Sun Tzu, los partidos asturianos han iniciado una larga marcha electoral para llegar antes que sus adversarios al campo de batalla con los deberes hechos. La dirección del PSOE sabe que esperar al otoño para elegir a su candidato les dejaría poco tiempo para hacer de un secretario general un candidato sólido a la Presidencia y animaría al sector crítico a desperezarse y cerrar filas. Así que Pedro Sánchez, al margen de lo que vote la militancia, ha dejado claro quién es su candidato: Adrián Barbón. El secretario general valora incluso adelantar las primarias para que el nuevo líder del socialismo asturiano inicie cuanto antes la carrera hacia las elecciones. No será el cartel socialista el único con una cara nueva. Ciudadanos, IU y Foro también buscan alternativas ante unos comicios que se intuyen como el inicio de una nueva era en la política asturiana. Los electores necesitan nuevos estímulos y los partidos mover el banquillo donde algunos se han hecho viejos. Las trayectorias prolongadas ya no suponen una garantía, sino un lastre. Este fue el mensaje de Génova a Gabino de Lorenzo. El alcalde trasmutado en delegado del Gobierno captó el ultimátum y prefirió decir la última palabra: dimisión.
La marcha de Gabino de Lorenzo refuerza las posiciones de Mercedes Fernández, que parece haber buscado la antítesis del exregidor de Oviedo para ejercer de correa de trasmisión con el Gobierno. Mariano Marín, discreto hasta parecer tímido, no es un veterano de carné, pero demostró su capacidad de sacrificio cuando asumió la presidencia de un PP gijonés a la deriva, desgarrado por las luchas intestinas y abocado a un batacazo electoral tan previsible como inevitable. Su nombramiento es el premio a sus penurias y una garantía para la dirección del PP de Asturias de que al fin su mano izquierda sabrá lo que su mano derecha mueve en la plaza de España. De Lorenzo ha dicho adiós a su manera. No arropado por su partido en Asturias, sino con una breve carta en la que expresa la lealtad hacia Mariano Rajoy de quien pasa a considerarse «un jubilado». Al ministro ni una palabra, a la presidenta de su partido en Asturias, que en varias ocasiones había planteado su desalojo, ni un adiós. Nada raro después de los desencuentros de los últimos tiempos. Del más estruendoso se cumplen ahora dos años. En la antesala del congreso regional, el delegado del Gobierno apeló al relevo generacional y acusó a la presidenta de su partido de no haber ganado unas elecciones «ni para la comunidad de vecinos». Pese a sus palabras, Mercedes Fernández se paseó en el Congreso de un PP ahora cortado a su medida. Y para Gabino de Lorenzo comenzó una lenta cuenta atrás hacia una despedida que según dijo había comprometido para su 75 cumpleaños. Con el que fuera plenipotenciario político popular camino de su retiro en Benia, la dirección de los populares puede centrarse en sus próximas batallas: la elección de los candidatos en las principales ciudades de Asturias.
Con Marín en su nueva responsabilidad, el PP moverá el escalafón en Gijón con menos heridos. En Avilés, tras la deserción de tres de sus concejales, el cambio es forzoso. Y en Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo ha expresado su deseo de repetir al frente de la candidatura, pero la propia presidenta le recordó lo difícil que resulta encabezar una lista en calidad de imputado. Al menos, Mercedes Fernández sabe que ahora tendrá en la Delegación del Gobierno a un político que en la primera junta local de Gijón, donde continuará como presidente, tuvo la sensibilidad de recordar a las asturianas desaparecidas en los últimos meses y el compromiso con su partido de defender los presupuestos del Estado antes de que el Gobierno presente sus cuentas. Un primer paso que tanto sirve para iniciar una trayectoria en beneficio de una región a la que Madrid ha tratado demasiadas veces con indiferencia como para recluirse en el despacho a verlas venir. Lo que Asturias necesita es evidente.