El calor de un verano de precampaña provoca curiosos síntomas en la política local. Nada grave, tampoco imprevisible, ni siquiera novedoso, aunque el estado de ansiedad de algunos se prolongará algunos meses más. En Oviedo, el concejal de Urbanismo, Ignacio Fernández del Páramo, se ha puesto al frente de la ventanilla de licencias dispuesto a compensar la falta del 50% de la plantilla estampando personalmente el sello municipal. Un afán que la cuenta atrás para la cita con las urnas espolea. La misma inquietud que ha llevado al coordinador de Izquierda Unida en la Villa del Adelantado, Juan José Fernández, a plantear su propio camino hacia la confluencia con Podemos bajo la proclama «las cosas de Avilés se deciden en Avilés». La tendencia a la mitosis del centroderecha avilesino abre nuevas perspectivas electorales a la izquierda en la oposición. Tantas como para navegar contra la corriente de su propio partido en Asturias. El reloj de la política no entiende de estaciones. A veces se para durante meses y de repente los días para los políticos parecen agotarse al ritmo del segundero en pleno verano. Excepto para quienes poco o nada tienen que esperar ni temer de la próxima cita con las urnas. Para ellos las vacaciones están aseguradas. Los demás necesitan ganarse el puesto.
Todos preparados, aunque tal vez no lo bastante listos. Riesgo que intentó evitar el portavoz municipal de IU en Gijón, Aurelio Martín, que intuyó el cambio en el viento tras el vendaval en la política nacional y repescó de la papelera una moción de censura contra la alcaldesa. IU nada tiene que perder. Si lograse los apoyos necesarios, se apuntaría el tanto de liderar el derrocamiento de Foro. En caso de no lograr el respaldo suficiente, lo más probable, al menos habrá conseguido que la izquierda gijonesa se autorretrate en una fotografía en la que Aurelio Martín espera no salir mal parado. A Xixón Sí Puede no le viene mal un cierto debate para recordar sus diferencias con el PSOE, pero le conviene menos embarcarse en la aventura de un gobierno en el que tendría el tiempo justo para conocer a los funcionarios antes de las elecciones. Y aunque su líder, Mario Suárez del Fueyo, asegura que estaría dispuesto a apoyar al candidato de IU, cabe intuir que en su fuero interno cree que poco le interesa ofrecer proyección pública a quien en breve dejaría de ser su socio para convertirse en su rival. Tampoco al portavoz socialista le llega en mal momento. José María Pérez ha logrado el respaldo de la ejecutiva local ante las hipotéticas negociaciones, más de lo que podía esperar tras liderar la candidatura contraria al secretario general de la Federación Socialista Asturiana. A los tres líderes de la izquierda gijonesa les sirve para algo ondear la moción al viento. Incluso la alcaldesa podría asistir a las negociaciones con cierta aquiescencia. Carmen Moriyón ha alcanzado dos de sus principales objetivos: firmar el acuerdo del plan de vías y aprobar con el mayor consenso posible un plan urbanístico convertido en una acuciante necesidad para Gijón. Con la perspectiva de encabezar la candidatura regional de Foro en las autonómicas, la posibilidad de presentar la moción de censura como un ataque a sus aspiraciones sin tener en cuenta los intereses de la ciudad le ofrece un discurso tan sencillo como evidente para contrarrestar la ofensiva. Al menos, así lo ven en su partido, inmerso también en las quinielas de una sucesión local que a muchos les gustaría plantear como un correr natural en la escala de mando municipal. Con las incógnitas de las candidaturas aún por despejar, hablar de la moción de censura complace y entretiene a casi todos mientras no haya que entrar en honduras. Algunos incluso se han apresurado a buscar analogías con el cambio de inquilino en La Moncloa. Pero las diferencias aún son importantes. Para empezar, que Gijón no es Madrid. Tampoco ningún concejal se llama Pedro Sánchez.
Fotografía: Joaquín Pañeda