La madre obligada por una jueza a dar a luz en un centro sanitario ya tiene a su hija en brazos. Una niña nacida por cesárea después de tres intensos días de contracciones que incluyeron una visita de la Policía Local a casa de la parturienta. Los agentes comunicaron a la joven la resolución judicial, adoptada a instancias de una petición del jefe de Obstetricia del Hospital Universitario Central de Asturias, quien alertó de los riesgos de una «muerte fetal intrauterina» si la madre, primeriza, persistía en su intención de parir en su casa acompañada por una matrona, su marido y otra embarazada. Trasladada al hospital por la fuerza de la ley, los médicos intentaron cumplir su deseo de que el parto se desarrollara de la manera más natural posible. Finalmente, optaron por la cirugía ante la «falta de progresos». El feliz alumbramiento no ha terminado con la polémica. De un lado, quienes defienden la potestad de una madre a decidir sobre su parto. «El paciente tiene derecho a equivocarse sobre su salud», ha llegado a decir la abogada de la flamante madre. Por otro, el Ministerio de Sanidad, que ha recordado que un parto domiciliario aumenta los riesgos. Quienes defienden el parto natural invocan recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Colectivos como El Parto es Nuestro llegaron incluso a calificar de «secuestro» el ingreso hospitalario. La asociación de ginecólogos solo aconseja el parto en el domicilio cuando no exista ningún factor de riesgo y un profesional acreditado lo atienda.
El hecho es que las posibles ventajas de un parto natural no tienen en España el amparo de un sistema que garantice una adecuada atención si surgen imprevistos. Algunas complicaciones son previsibles. Otras, no. La única alternativa razonable ante las dificultades es llamar a urgencias. En el caso de esta madre, el equipo médico del HUCA consideró que continuar adelante con el parto en el hogar ponía en peligro a la niña. Una decisión de este tipo implica un riesgo para los médicos: afrontar la posible demanda de una madre que considere vulnerados sus derechos. Quienes defienden el parto natural aseguran que tal vez la necesidad de una cesárea se impuso por la tensión que había sufrido la madre, inmersa en semejante conflicto a punto de dar a luz. La influencia del estrés resulta difícil de medir. El razonamiento del facultativo que solicitó la orden judicial, no cabe duda, es mucho más sencillo: mejor una demanda por ingresar a la madre que poner en peligro a su hija. El ‘tal vez’ más estremecedor para un médico son las consecuencias de no actuar cuando debe. Es probable que la jueza pensara algo parecido. Con el alta en la mano, la madre decidirá si les demanda o les da las gracias. En cualquier caso, según el parte hospitalario, regresará a su casa con un bebé «fuerte y sin ningún problema de salud». Antes, con más simpleza y menos recursos sanitarios, se decía que eso era lo importante.
Fotografía: P. Lorenzana