Un ahumador utilizado con impericia por un apicultor originó un incendio en la sierra de Candamo que arrasó 470 hectáreas, mantuvo en vilo durante horas a vecinos de numerosos pueblos y adelantó el ocaso con una nube de cenizas que llegó hasta Gijón. La Guardia Civil no ha tardado mucho en localizar al responsable. Los fuegos provocados por una negligencia dejan pruebas. Pero apenas son una pequeña parte de los más de tres mil incendios que el paraíso natural asturiano ha padecido en los últimos tres años. Algunos se repiten en las mismas zonas con una pasmosa periodicidad. En cada incendio, decenas de personas se juegan la vida, día y noche, para contener las llamas. El heroísmo de los bomberos, brigadas forestales y agentes de la autoridad es la única respuesta de la administración ante un azote que casi siempre coincide con similares condiciones meteorológicas y en las mismas épocas del año. De forma tan previsible, que desde hace tiempo los bomberos asturianos ya marcan en su calendario los meses de riesgo para organizar sus turnos. En contra de lo que se pudiera pensar, no es el caluroso verano el momento más temido, sino el periodo de enero a abril, cuando las quemas suelen desmandarse empujadas por el viento. El trabajo desarrollado durante décadas por los equipos de extinción y los investigadores ha permitido saber mucho más de los incendios. Entre otras cosas, que la mayor parte de los causantes nunca aparecen a pesar del empeño por encontrarlos y que a nadie parece importarle hasta que el monte vuelve a arder.
Ahora, la Fiscalía de Medio Ambiente parece que se ha hartado de investigar la quema reiterada de las mismas zonas, de correr tras los pirómanos sin que el desastre tenga arreglo y de que los responsables políticos que reclaman eficacia en la lucha contra el fuego pongan casi nada de su parte. Por eso, ha remitido un oficio a los funcionarios asignados a su departamento en el que ordena investigar la ausencia de planes preventivos en aquellos municipios con un número de incendios elevados. El responsable del departamento, Antonio Vercher, ha incluido en la orden una investigación de la Guardia Civil con los lugares detectados en toda la geografía nacional donde el riesgo de incendios es «alto o grave». En Asturias, los fiscales tendrán trabajo. Aunque el Principado encargó la redacción de un documento el pasado año, en este momento ninguno de los 55 concejos con mayor riesgo de incendio forestal tiene un plan de prevención en vigor. Una situación más propia de la despreocupación de un territorio baldío que de una región que se autodefine, con todo derecho, como paraíso natural. Y donde todos sabemos que la llama que origina los fuegos lleva encendida demasiado tiempo.
Fotografía: Damián Arienza