Renfe presentará el próximo mes su nuevo AVE ‘low cost’. Un tren menos lujoso, pero de alta velocidad. Aunque su mayor diferencia con el actual será el precio del billete. La compañía entra en la batalla del precio para competir con otros medios de transporte y situarse con ventaja ante la liberalización del transporte ferroviario. El Ministerio de Fomento prepara una presentación de campanillas para estos trenes del futuro, en los que viajarán los españoles del siglo XXI, de forma rápida, cómoda y sostenible a precios populares. Las principales ciudades españolas verán llegar este AVE, pintado de vistosos colores para destacar en el panorama ferroviario. Unos trenes de primera que cuesta imaginar en las estaciones de Asturias. Por el momento, el único colorido que han visto los viajeros asturianos en sus vías son los vagones atacados por el vandalismo de los grafiteros. En otro momento, estas unidades hubieran sido retiradas para su limpieza. Ahora, con la mayor parte de las máquinas de cercanías inutilizadas o en reparación, los convoyes pintarrajeados han sido puestos en servicio a toda prisa.
Según los sindicatos, Renfe acumula más de treinta cancelaciones al día en el Principado. Los viajes en tren por Asturias se encuentran más cerca del turismo de aventura que del servicio que cabe esperar en cualquier país de Europa. El presupuesto para el mantenimiento ferroviario fue el primero que el Ministerio de Fomento recortó cuando llegó la crisis. Y nadie ha hecho demasiado por recuperarlo. Reparar las vías o comprar locomotoras no resulta tan vistoso, ni tan rentable en términos electorales, como inaugurar nuevos tramos de alta velocidad. Los 972.000 votantes de Asturias no alcanzan para darse prisa con el AVE y mucho menos para preocuparse de la situación de unas cercanías que han retrocedido en el tiempo hasta la fiabilidad de la posguerra. Los trenes hacen de los asturianos pasajeros de segunda en un país que aspira a viajar en primera. La bochornosa situación del transporte ferroviario ha llevado al presidente del Principado a reclamar al ministerio un plan de choque. Si el verano ha sido caótico para las cercanías, las dificultades del invierno, a la vuelta de la esquina, amenazan con dejar a los trenes asturianos en vía muerta. Adrián Barbón viajará a Madrid para exponer al ministro la urgencia de la situación. El jefe del Ejecutivo asturiano ha señalado que el vergonzoso panorama de las cercanías en Asturias no se debe «a una maldición bíblica, sino a la falta de inversión». Implícita en su crítica está la solución. Pero es José Luis Ábalos quien debe responderle. Utilizará buenas palabras. ¿Qué duda cabe? Sería impropio de un político con un mínimo de tacto e inteligencia afear a un presidente regional de su propio partido que defienda a sus ciudadanos. El ministro ya demostró en Asturias que le sobran ambas cualidades cuando las necesita. Pocos altos cargos son capaces de enfrentarse a una protesta y acabar con un micrófono en la mano a la cabeza de la manifestación. Pero no serán sus argumentos, sino el presupuesto, lo que decidirá si los asturianos podremos subirnos al tren de la modernidad o estamos condenados a viajar en el vagón de cola.