La Europa de la nueva unión pretende comenzar la era del ‘Brexit’ con una patada a los agricultores españoles. Sin la contribución de Inglaterra, los austeros centroeuropeos han decidido dejar claro que en Bruselas manda Alemania. La autoproclamada Europa frugal, cada día más insaciable, quiere alimentarse bien y barato de los campos mediterráneos, asegurarse el éxito de su reconversión industrial y guardar la cartera en casa, a salvo de los pedigüeños del sur, por si vienen mal dadas. A Berlín le molesta tanto el humo de los coches como los lamentos españoles. La Europa ecológica, sostenible, de coches eléctricos y emisiones cero, está decidida a descarbonizarse a costa de lo que sea, incluida la política agraria común. Quienes resistieron con su ganado en los pastos de montaña, en la frontera entre el matorral y la incomprensión urbana, son ahora moneda de cambio en esta nueva Europa de burócratas que nunca han visto una vaca. Es lo que tienen los verdes de salón, que su principal ecosistema es el de su cuenta corriente. Y luego se sienten incomprendidos.
Fotografía: Damián Arienza