Asturias avanza hacia la nueva normalidad. Expectante ante los efectos del paso franco, angustiada por los impactos de la crisis económica y con el anhelo de recuperar su vida, aunque sea con la mascarilla puesta. El Principado ha registrado un índice de contagios de coronavirus muy inferior al de otras regiones, favorecido por la estacionalidad de las visitas y la frontera natural, tantas veces un lastre, de la cordillera Cantábrica. También, si donde la pandemia se ha cebado se asume que hubo errores, donde su incidencia ha sido menor cabe reconocer que algo se habrá hecho bien. En estos tiempos en los que el arte de la guerra se aprecia más que el de la prudencia, la sensatez con la que Asturias ha tratado de conducir sus asuntos ha contrastado con el inútil vocerío de otros territorios. Con aciertos y errores, que de todo hubo, el Gobierno ha procurado ejercer su labor y la oposición intenta hacer su trabajo reduciendo las frivolidades y la batahola casi al mínimo necesario para que el tono general sea valorable. Bueno sería conservar este patrimonio frente a lo que está por venir y lo mucho que se debe hacer con urgencia.