Iberdrola ha solicitado al Gobierno el cierre de la térmica de Lada. Después de casi treinta años de debate sobre la construcción de una línea de alta tensión para evacuar la energía que producía, la central cerrará antes de que se instale la primera torre. La empresa ha lanzado su órdago al Ejecutivo poco después de que el ministro de Energía, Álvaro Nadal, manifestase su intención de buscar apoyos políticos para regular por ley el cierre de las centrales eléctricas. Por eso el ministerio ha contestado, molesto, que estudiará la petición con «tranquilidad» y cumpliendo con apacible rigor todos los trámites administrativos. El anuncio ha pillado a los partidos asturianos enzarzados en la polémica por la moción aprobada en el Congreso de los Diputados con los votos de Unidos Podemos, PSOE y Ciudadanos para adelantar a 2020 la clausura de las centrales térmicas. El implacable razonamiento de las cuentas de resultados y las exigencias de la Unión Europea de ‘descarbonizar’ la producción eléctrica en favor de las energías limpias han pesado más que toda la argumentación de los políticos en defensa de la seguridad en el suministro y la necesidad de proteger la producción de carbón autóctono aunque solo sea como elemento regulador de los precios. El cierre de Lada afecta a noventa trabajadores, que dejarán de dedicarse a la producción eléctrica para ocuparse durante cuatro años de desmantelar la planta. Después, según los planes de la compañía, serán recolocados en otras instalaciones del grupo.
Los políticos asturianos han reaccionado con rapidez para culparse unos a otros de una decisión que supone un duro golpe, otro más, a las Cuencas. El PSOE asturiano sostiene que el PP conocía la decisión de Iberdrola y ha tratado de confundir a la opinión pública sin hacer nada por buscar una transición «justa» hacia un nuevo modelo energético. En cambio, los populares consideran que pocos reproches le puede hacer un partido que asegura defender el carbón en Asturias y apoya en Madrid una moción que acelera el desmantelamiento de las térmicas y el final de la minería. Similares argumentos utiliza Foro, que atribuye a los socialistas «un historial de engaños interminable». Izquierda Unida de Asturias acusa al Gobierno de precipitarse sin buscar salidas «solidarias y justas» para las comarcas afectadas y Podemos recuerda a la compañía sus obligaciones hacia las Cuencas. Un nuevo episodio del perenne enfrentamiento sobre el más que dudoso futuro del carbón y de unos municipios en los que después de invertir con más improvisación que acierto el horizonte se intuye amargo. Con la clausura de Lada, solo quedarían tres centrales térmicas privadas en Asturias. Una de ellas, la de Soto de la Barca, propiedad de Gas Natural Fenosa, figura desde hace tiempo en todas las quinielas sobre cierres. EdP, que ha invertido doscientos millones en los últimos dos años en mejoras ambientales, se basta para quemar el carbón que produce Hunosa. Y a pesar de ello, su compromiso de comprar toda la producción no garantiza el futuro de la empresa hullera estatal, cuyos pozos aún productivos siguen pendientes de la aplicación de la orden europea que establecía el cierre de las explotaciones no rentables en 2018.
Durante los últimos años, partidos y sindicatos han clamado por un pacto sobre la energía, un plan para las cuencas que aclare si los últimos pozos tienen alguna posibilidad de sobrevivir un poco más y una reconversión de las comarcas mineras que no pase por construir aulas temáticas de lo que fue y acondicionar centros para jubilados. Mientras, el calendario europeo sobre el cierre de las explotaciones mineras y la sustitución de las térmicas por centrales de energía limpia ha avanzado inexorable. Entre los políticos, hay quienes prefieren destacar lo conseguido para equilibrar la balanza, pero no faltan los que auguran un irremediable desmantelamiento industrial. En otros lugares parecen tener claro el porvenir. Alemania ha comenzado a desarrollar políticas de transición con medidas de apoyo a las zonas con gran dependencia del carbón. En España preferimos debatir en profundidad los asuntos antes de tomar decisiones y en ello nos hemos ocupado los últimos tiempos a pesar de los discutibles resultados de los planes puestos en marcha con más presupuesto que lógica. El resultado se aprecia en un paseo por las Cuencas.