El relevo en la presidencia de la Fundación Princesa abre una nueva etapa en la institución asturiana de mayor proyección internacional. El oftalmólogo Luis Fernández-Vega asume la responsabilidad que durante diez años desempeñó Matías Rodríguez Inciarte. No esperen revoluciones porque no van con el carácter de la Fundación ni con el de su nuevo presidente, pero sí cambios, fruto de lo sembrado durante los últimos años. Sin estridencias ni polémicas, la Fundación acometió primero la sucesión de Graciano García con el respeto que merecía su aportación y el tino de designar a Teresa Sanjurjo. A ese paso siguieron otros, encaminados a conseguir una institución más transparente, cercana y, sobre todo, capaz de traducir su prestigio en beneficios para Asturias. Sin alharacas pero con determinación, la Fundación ha modificado su sistema de designación de jurados y establecido códigos de conducta que salvaguardan su prestigio; ha asumido la necesidad de presentar sus cuentas anuales a la sociedad no como una concesión, sino como una natural obligación, y ha ampliado sus actividades con los galardonados a una semana en la que miles de asturianos tienen la ocasión de acercarse a personalidades inalcanzables en otras circunstancias.
Para seguir esta senda llega a la presidencia Luis Fernández-Vega, una elección evidente. Profundo conocedor de la institución, su reputación profesional hace décadas que no requiere glosa. Pero son el momento y la personalidad lo que en muchos casos marcan lo acertado de un nombramiento. La unanimidad con la que el patronato de la Fundación le ha dado su respaldo es la prueba de que su carácter parece el más adecuado para los tiempos que vivimos. Prudente, enemigo de las polémicas, con interés por escuchar y convencido de que las instituciones deben prevalecer sobre los egos. Estas son algunas de las cualidades que destacan de él sus colaboradores y que encajan en las necesidades de una Fundación que debe jugar un papel trascendental en la imagen pública de la Princesa de Asturias durante los próximos años. No cabe cuestionar la importancia que dará al vínculo de Doña Leonor con el Principado un hombre que se ha mantenido en su tierra en tiempos mejores y peores sin atender a cantos de sirena. Fernández-Vega llega a la presidencia de la Fundación en una España marcada por la amenaza de la fractura territorial, donde la clase política no logra sobreponerse al desprestigio y en la que la sociedad intenta fraguar los cimientos de la recuperación tras sobrellevar como ha podido la peor crisis económica desde el inicio de la democracia. Lo mucho conseguido y lo no poco padecido por la sociedad española en los últimos años ha sido la semilla de una nueva realidad en la que las instituciones deben admitir el escrutinio público como garantía para su existencia, pero también discernir la diferencia entre los cambios sociales y las estridencias de magnificar las anécdotas. Luis Fernández-Vega, cuya etapa en la presidencia coincidirá con el esperado momento en el que la Princesa de Asturias asumirá el protagonismo en los galardones que llevan su nombre, ha señalado que su gran objetivo será lograr «más implicación de los Premios con la sociedad asturiana». Con esta declaración de intenciones, ya ha comenzado a trazar la singladura para que la institución que ahora preside desempeñe el papel que exigirá el futuro.