¿Los insultos van en el sueldo?
La rutina diaria de la alcaldesa de Ponga incluye revisar su vehículo por si a algún cabestro se le ha ocurrido aflojar los tornillos de las ruedas o manipular los frenos. Marta Alonso recorre en coche los cincuenta metros que separan el Ayuntamiento de la oficina bancaria de la capital de su concejo para aislarse de los insultos que le dedican al cruzar la calle. Nunca sale ni entra al trabajo a la misma hora. Desde hace un mes, ni siquiera duerme en su casa. Teme que su familia resulte herida [Leer más]